Puede que la Europa League no tenga el calado de la Liga ni la Supercopa tenga la tradición de la Copa del Rey, pero al Atlético le sabe a gloria su doblete europeo, casi tan bien como le supo aquel de 1996. Mucho tiempo después, quizá casi por primera vez en su historia, el Atlético se siente el mejor equipo de Europa, y da igual si lo es o no. Se siente Rey de Europa con todo el derecho del mundo porque en Mónaco superó, y bien, al Inter, el equipo que lo había ganado todo hasta el momento en 2010 y que incluso había tumbado al Barça de Guardiola. Llegaba el Atlético casi de víctima a Mónaco y se fue como gran triunfador tras un buen partido, un ejercicio en el que tuvo orden defensivo y supo encontrar las cosquillas al Inter, que juega a lo mismo de la pasada temporada o incluso a algo menos. La alineación de Quique dejó dudas, con cuatro centrales en la línea defensiva, con Filipe Luis en la grada, con Fran Mérida en el banquillo y con Perea y Simao en el once. Sin embargo, el partido reforzó al técnico, cuyas decisiones fueron todas acertadas. Sólo se asustó el Atlético en los primeros minutos, pues el Inter contó tres disparos en los cuatro primeros minutos. Una volea de Sneijder, un disparo de Diego Milito que salvó la defensa y otro de Cambiasso desde la frontal metieron el miedo en el cuerpo al Atlético, que tardó unos minutos en cogerle el pulso al partido. Cuando lo hizo, maniató bien al Inter y no pasó excesivos apuros. Sólo Etoo y Maicon en las alas inquietaban, pero Sneijder, el motor del Inter, no apareció, maniatado por Assunçao y Raúl García, autores de un partidazo, sobre todo en tareas defensivas. Si se trataba de dilucidar la carrera por el Balón de Oro, ni Sneijder ni Forlán hicieron demasiados méritos. El holandés no tuvo ningún peso en el juego y tampoco estuvo demasiado fino en el balón parado. El uruguayo vivió a la sombra de Agüero y Reyes, los dos jugadores que estuvieron por encima del partido. El Atlético comenzó a tomar oxígeno cuando aparecieron ellos dos. El Kun tuvo las dos mejores ocasiones rojiblancas en la primera mitad, tras dos combinaciones con Reyes y Simao. Ambas acabaron fuera, pero dejaron claro que estaba enchufado y que siempre ganaba un metro a Samuel y Lucio. El Atlético terminó la primera parte crecido, perdiéndole el miedo al Inter, que cada minuto que pasaba jugaba peor, y acechando a Julio César. Estaba cómodo el Atlético y así comenzó el segundo acto, saliendo a la contra con espacios, encontrando resquicios en la defensa 'neroazzurra'. Cada aparición de Agüero y Reyes creaba pánico entre la veterana zaga italiana, que no se siente cómoda con delanteros hábiles. Del resto se ocupaba el buen hacer de los mediocentros y de los centrales, muy seguros. Godín y Perea dejaron buen sabor de boca en Mónaco. En esas, Julio César le hizo la parada de la noche a Reyes, que disparó con toda la intención, con el interior de su pie izquierdo, abajo. El portero brasileño llegó para desesperación del sevillano, que se tomó la revancha tres minutos después. Combinó con Agüero y, ya dentro del área, superó en carrera a Maicon y después a Julio César con un disparo al primer palo, el que debía ser del meta. El Atlético no bajó el pistón tras el gol de Reyes. Continuó defendiendo como hacía tiempo no se veía, incluso presionando la salida de balón del Inter a pesar de ir por delante. Un Atlético ambicioso al fin, que salía a la contra a por el segundo, creyéndose ya sin dudas tan bueno o mejor que su rival. La sentencia llegó a siete minutos del final. Raúl García dio un soberbio pase a Simao, que apuró hasta la línea de fondo dejando atrás a Lucio y sirviendo en bandeja a Agüero, que la empujó en el área pequeña. Un premio para el Kun, al que se le vio con chispa, veloz y con ganas de tirar del carro. La guinda la puso De Gea. El canterano detuvo un penalti a Diego Milito en el último minuto del tiempo reglamentario para engrandecerse aún más. Aunque parezca mentira, todo salió perfecto. El Atlético es un equipo ganador, y a ver quién se lo discute ahora.El Atlético es el Rey de Europa
sábado, 28 de agosto de 2010
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