Ni la lluvia, ni la indecente presencia del circuito internacional de Corea en el calendario, ni el infame horario, adaptado lamentablemente a los aficionados europeos y que a punto estuvo de dejar sin visibilidad a los pilotos, han impedido que la de hoy haya sido una de las carreras de Fórmula 1 más importantes, emocionantes y grandiosas de los últimos años. Carrera en la que el gran beneficiado ha sido Fernando Alonso, que partiendo desde la tercera posición por detrás de los Red Bull de Vettel y Webber, ha demostrado su regularidad, su talento y su capacidad para pilotar como un auténtico robot, sin un solo error.
La salida descafeinada, todos detrás del Safety Car, apenas duró dos vueltas, el tiempo que tardó Charlie Whiting en sacar la bandera roja por el lamentable estado en que se encontraba el asfalto de Yeongam. Es lo que ocurre cuando, a menos de dos semanas de un Gran Premio, todavía no se han terminado los trabajos de construcción de un circuito. El asfalto no drena lo suficiente, el agua se acumula formando peligrosas balsas y el ya de por sí elevado riesgo que corren los pilotos se multiplica. Intolerable que a estas alturas ocurra algo así. Algo tendrá que decir el señor Ecclestone…
Pero bueno, volviendo a lo que nos ocupa, y después de una espera de varios minutos, se relanzó la carrera, de nuevo tras el Safety. El Mercedes SLS AMG rodó hasta la vuelta 17 por delante de los monoplazas, récord histórico en la F1, y a partir de ahí, la emoción y el caos. Atrás quedaron las quejas de Hamilton, pidiendo que la carrera arrancara cuanto antes (las prisas del que tiene que recuperar muchos puntos), o las súplicas de los Red Bull por que se suspendiera. Sin tiempo ni para respirar, los coches comenzaron su batalla contra el agua y contra sí mismos.
El primero en quedarse fuera fue el líder, Mark Webber. El australiano, en un clarísimo fallo de pilotaje, pisó la hierba artificial entre las curvas once y doce, trompeó su Red Bull, se fue contra el muro, y en su descontrolado regreso a la pista fue embestido por Nico Rosberg. Vuelco total a la clasificación, vía libre para Vettel, pocas lamentaciones en el box de la escudería austríaca (descaradamente a favor de Vettel) y aplausos insolentes en McLaren. Otra vez el Safety Car a pista, y todos en fila hasta la vuelta 23.
A partir de ahí, un carrusel de salidas de pista y golpes varios: Trulli y Senna en la vuelta 24, dejando un alerón en mitad de la pista, Di Grassi en la vuelta 27, y así hasta el siguiente Safety Car, momento que aprovecharon todos para entrar a cambiar los neumáticos y que pilló en fuera de juego a Vettel y Alonso, que a punto estuvieron de dejarse la victoria en el camino.
El asturiano, además, vivió su particular momento ‘tuercas’, con el mecánico de la rueda delantera derecha como triste protagonista. El fallo, que en otros tiempos podría haberle costado el campeonato, en esta ocasión apenas tuvo incidencia en la carrera. Aunque en su regreso a la pista perdió una posición con Lewis Hamilton, en menos de una vuelta volvió a la segunda plaza aprovechando una pasada de frenada del británico al final de la recta principal.
De ahí, hasta el final, un toma y daca entre Vettel, Alonso y Hamilton, que pelearon contra el reloj, contra los doblados, contra el terrible desgaste de los neumáticos y contra la escasa visibilidad del circuito. Y con la noche cayendo sobre Yeongam, cuando todo parecía decidido, llegó el milagro para Alonso y la tragedia para Red Bull. El motor de Vettel se hizo añicos en la recta de meta, a nueve vueltas para el final, y con el humo y las chispas se evaporaron muchas de sus opciones al título.
Fernando aprovechó la situación, tomó el liderato de la carrera, y mantuvo a la distancia suficiente a Hamilton hasta el final. Se llevó veinticinco maravillosos puntos de Corea que le aúpan a lo más alto de la clasificación general. Y, lo que es más importante, sobrevivió al caos y enterró definitivamente la mala suerte que le lleva años acompañando. El destino se impuso al ‘tuercas’, y a dos carreras para el final, el título está cada vez más cerca. Sería el tercero en su carrera, el primero con Ferrari en su primera temporada en la Scuderia. Seguimos soñando.
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