El tiempo que Garrido dedicó junto a los suyos a estudiar el esquema táctico del Valencia y su desarrollo en el terreno de juego se vino al traste ya desde el primer minuto. Y es que Emery sorprendió a propios y extraños al comenzar el encuentro con cinco defensas en el once inicial. Cinco defensas que se convirtieron en tres centrales con Bruno y Miguel situados en el centro del campo con el único fin de ahogar la salida del balón de los amarillos e intentar frenar a su cerebro: Borja Valero.
Y a punto estuvo de salirle bien la jugada porque esa fuerte presión en la segunda línea dio sus frutos en apenas veinte minutos de juego cuando Aduriz envía a la red un centro de Joaquín con la inestimable ayuda de Gonzalo. El gol fue la circunstancia perfecta para justificar el esquema que había planteado el Valencia, pero el Villarreal es mucho Villarreal y en ningún momento cayó en el desánimo y la gran actividad de la dupla Rossi-Nilmar hacía presagia que el submarino no se iría de vacío.
Con la lesión de David Navarro en el 38 que propició la entrada de Banega, muy criticado últimamente por sus juergas nocturnas, y la posición de Maduro en el eje de la zaga el Valencia perdió el timón del partido. El conjunto ché estaba herido, y Garrido se atrevió a dar entrada en la segunda mitad a Marcos Senna en detrimento de Borja Valero, que no había tenido ni un segundo de respiro y no pudo desarrollar su fútbol, y apenas tres minutos después Rossi lograba la igualada tras un centro de Bruno Soriano.
El Villarreal lo había buscado, la presión inicial del Valencia se convirtió en su mayor enemigo en la segunda mitad, y el empuje de las líneas de los locales terminó por derribar el muro visitante. Los de Garrido siguieron aprentando, y más aún tras la expulsión por doble amarilla de Stankevicius, pero el Valencia resistió y puedo lograr un punto importante en el derbi valenciano.
domingo, 21 de noviembre de 2010
El Villarreal no cae en la trampa
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